"La manera más segura de alcanzar tus metas, es permanecer en contacto con tu propia voz interior, y no permitir que la opinión de otros te detenga! Aprende a escuchar tu corazón... ese no se equivoca! Mente y corazón en armonía, son la base de la inteligencia emocional."






miércoles, 9 de abril de 2014

No te enamores... (¿de mí?)


Y lo dice Martha y lo grito yo...

No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe...

No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca.No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y que además sabe volar; una mujer segura de sí misma.

No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas) , o que se quede media hora contemplando una pintura o que no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interesa la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver la televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.

No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así .

Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se queda ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa...




lunes, 31 de marzo de 2014

Tiempo... es tiempo de decir Te Quiero.


Estos días una, o sea yo misma, le ha dado para pensar mucho... quizás demasiado, aunque más que pensar yo le llamo analizar lo que pasa. Siempre que en mi vida pasa alguna cosa intento preguntar al Universo que me quiere decir con todo ello. 

Este fin de semana a lo tonto encerrada en casa vi dos cosas que me dieron mucho que pensar. El sábado por la noche fue una peli "chorra" en Antena 3 sobre un hombre al que se le aparecía Dios y le encargaba la construcción de una arca de Noé porque habría un "diluvio"... ese hombre por poco enloquece... tenía que hacer aquello en contra de lo que todo el mundo creyese, incluso su mujer lo tomó por loco y ello hizo que se alejara de él. Hasta que ese mismo dios se le apareció a ella en otra forma y le hizo una reflexión muy buena: crees que si pides a Dios paciencia te va a dar la paciencia que pides? o en su caso te ofrecerá una situación en la que deberás tener más paciencia que nunca para que así tu paciencia sea permanente? crees que si a Dios le has pedido el amor de tu vida, te va a darlo así sin más? o en su defecto te pondrá delante la persona que te demostrará de corazón que te quiere por muy adversas que sean las condiciones y verás que es la persona de tu vida?.... Buena reflexión verdad? No hay que decirlo que en ese momento ella regresó con su marido...

Pero ayer domingo en un programa de Cuatro de Viajando con Chester, entrevistaron a la mujer de un asesinado por ETA hace ya muchísimo tiempo. La lección de vida que dio esa mujer al decir que cuando llevaron a su marido al hospital y no sabía como estaba solo quería estar cerca de él para decirle que le quería, me llegó al alma... Rosa decía: que poco decimos te quiero por que suponemos que ya se sabe! y cuanto razón tiene.... Habló de lo relativo que es el tiempo y lo poco que tenemos...

Quien me conoce sabe que siempre he sido una enamorada de la vida desde muy pequeña me decían que quería... y yo siempre decía vivir! ahora pienso en ese Noé moderno y a su pareja, a esa Rosa y a sus te quieros no dichos a tiempo y el tiempo. Es precisamente este tiempo final el que muchos no valoramos.
Siempre he dicho que hasta el mismo momento en que no te ves a las puertas de la muerte y eres consciente, no se vale el de pequeño... sino ver la cara a la muerte de manera CONSCIENTE, nadie valora el tiempo,  Y OS LO DIGO DE CORAZÓN NADIE! podéis hablar con cualquiera y todo el mundo dirá que sí pero hablad con quien no le queda más tiempo o quien por lo que sea se quedó a las puertas de la vida y veréis que realmente no lo valoramos. Todo lo dejamos para más adelante, nos damos tiempo, esto lo haremos mañana, anteponemos trabajo a diversión, llantos a risas y el tiempo pasa sabiendo que el tiempo se acaba... y yo me levanto cada día dando las gracias por despertarme y me acuesto diciendo todo aquello que mi corazón siente, perdí el miedo de expresar si estoy contenta y feliz, perdí el miedo al llanto cuando estoy triste y hoy puedo decir que he perdido el miedo a amar, porque es precisamente el miedo el que me ha hecho perder lo que más amo.

El otro día alguien que me conoce muy bien me decía, eres una luchadora nata, cuando otros hubieran tirado la toalla tu sigues allí, sin esperanzas tu sigues creyendo, con todo en contra tu sigues adelante y si aceptas que no puede ser? y mi respuesta fue.... lo siento en el corazón y yo siempre hago caso a lo que dice mi corazón, sino no sería yo. Mi corazón nunca se equivoca, y si no es, moriré feliz por haberlo sentido y por haber dado todo por aquello o por quien amo. Si luchas puedes perder, pero si no lo haces estas perdido. Eso lo aprendí bien hace dos años.... y hoy, dos años después he aprendido el significado pleno de la frase que siempre utilizo para definirme: Enamorada de la vida. Supe que era el valor de vivir. Y aprendí a valorar estar viva y vi que tenía que aprender a vivir de nuevo. Hoy sé cual ES el significado del Amor y de estar ENAMORADA, hoy por TI sé lo que es AMAR. Y sé que eres mi vida.




miércoles, 26 de marzo de 2014

Dejar ir...




Dejar ir no significa dejar de cuidar, significa que no puedo hacerlo por otra persona.
Dejar ir no es aislarme, es darme cuenta de lo que no puedo controlar de los demás.
Dejar ir no es permitir, sino reconocer el aprendizaje de las consecuencias naturales.
Dejar ir es admitir la impotencia, que significa que el resultado no está en mis manos.
Dejar ir no es tratar de cambiar o culpar a otr@, es sacar lo máximo de mi mismo.
Dejar ir no es cuidar, sino atender.
Dejar ir no es reparar, sino ser apoyo.
Dejar ir no es juzgar, sino permitirle a otr@ que sea un ser humano.
Dejar ir no es estar en el medio arreglando todos los resultados, sino permitir a otr@ que influya en su propio destino.
Dejar ir no es ser protectora, es permitir que otr@ enfrente su realidad.
Dejar ir no es negar, sino aceptar.
Dejar ir no es regañar, reprender o discutir, sino buscar mis propios defectos y corregirlos.
Dejar ir no es ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada día como viene y apreciarme a mi misma en él.
Dejar ir no es lamentar el pasado, sino crecer y vivir para el futuro.
Dejar ir, para mi, es temer menos y ahora AMAR más.

Sin duda.... te AMO





viernes, 17 de enero de 2014

El hombre que no creía en el amor...

No es "casualidad" que este escrito lo hubiera leído hace un tiempo y que el otro día lo leí en una famosa blogger... no es "casualidad" que haya aparecido precisamente ahora... porque cuando nada buscaba el TODO me encontró...




Así que... Quiero contarte una vieja historia sobre un hombre que no creía en el amor. Se trataba de una persona normal, como tú y como yo, pero lo que lo hacía especial era su manera de pensar: estaba convencido de que el amor no existía. Había acumulado mucha experiencia en su intento de encontrar el amor, por supuesto, y observado a la gente que tenía a su alrededor. Se había pasado buena parte de su vida intentando encontrar el amor y había acabado por descubrir que el amor no existía.


Dondequiera que fuese solía explicarle a la gente que el amor no era otra cosa que una invención de los poetas, una invención de las religiones que intentaban, de este modo, manipular la débil mente de los seres humanos para controlarlos y convertirlos en creyentes. Decía que el amor no era real y que, por esa razón, ningún ser humano lo encontraría jamás aun cuando lo buscase.

El hombre continuó hablando incansablemente de todas las razones por las cuales creía que el amor no existía y siguió diciendo: «Yo ya he pasado por todo eso. No volveré a permitir que nadie manipule mi mente y controle mi vida en nombre del amor». Sus argumentos eran bastante lógicos y convenció a mucha gente con sus palabras. El amor no existe.

Sin embargo, un día, este hombre salió a dar un paseo por un parque, donde se encontró, sentada en un banco, a una hermosa mujer que estaba llorando. Cuando advirtió su llanto, sintió curiosidad, se sentó a su lado y le preguntó si podía ayudarla. También le preguntó por qué lloraba. Puedes imaginar su sorpresa cuando ella le respondió que estaba llorando porque el amor no existía. Él dijo: «Esto es increíble: ¡una mujer que cree que el amor no existe!». Por supuesto, quiso saber más cosas de ella.

-¿Por qué dice que el amor no existe? -le preguntó.

-Bueno, es una larga historia -replicó ella-. Me casé cuando era muy joven, estaba muy enamorada, llena de ilusiones y tenía la esperanza de compartir mi vida con el que se convirtió en mi marido. Nos juramos fidelidad, respeto y honrarnos el uno al otro, y así creamos una familia. Pero, pronto, todo empezó a cambiar. Yo me convertí en la típica mujer consagrada al cuidado de los hijos y de la casa. Mi marido continuó progresando en su profesión y su éxito e imagen fuera del hogar se volvió para él en algo más importante que su propia familia. Me perdió el respeto y yo se lo perdí a él. Nos heríamos el uno al otro, y en un momento determinado, descubrí que no le quería y que él tampoco me quería a mí.
Pero los niños necesitaban un padre y esa fue la excusa que utilicé para continuar manteniendo la relación y apoyarle en todo. Ahora los niños han crecido y se han independizado. Ya no tengo ninguna excusa para seguir junto a él. Entre nosotros no hay respeto ni amabilidad. Sé que, aunque encontrase a otra persona, sería lo mismo, porque el amor no existe. No tiene sentido buscar algo que no existe. Esa es la razón por la que estoy llorando.


Como la comprendía muy bien, la abrazó y le dijo:

-Tiene razón, el amor no existe. Buscamos el amor, abrimos nuestro corazón, nos volvemos vulnerables y lo único que encontramos es egoísmo. Y, aunque creamos que no nos dolerá, nos duele. No importa cuántas relaciones iniciemos; siempre ocurre lo mismo. Entonces ¿para qué seguir buscando el amor?

Se parecían tanto que pronto trabaron una gran amistad, la mejor que habían tenido jamás. Era una relación maravillosa. Se respetaban mutuamente y nunca se humillaban el uno al otro. Cada paso que daban juntos les llenaba de felicidad. Entre ellos no había ni envidia ni celos, no se controlaban el uno al otro y tampoco se sentían poseedores el uno del otro. La relación continuó creciendo más y más. Les encantaba estar juntos porque, en esos momentos, se divertían mucho. Además, siempre que estaban separados se echaban de menos.


Un día él, durante un viaje que lo había llevado fuera de la ciudad, tuvo una idea verdaderamente extraña. Pensó: «Mmm, tal vez lo que siento por ella es amor. Pero esto resulta muy distinto de todo lo que he sentido anteriormente. No es lo que los poetas dicen que es, no es lo que la religión dice que es, porque yo no soy responsable de ella. No tomo nada de ella; no siento la necesidad de que ella cuide de mí; no necesito echarle la culpa de mis problemas ni echarle encima mis desdichas. Juntos es cuando mejor lo pasamos; disfrutamos el uno del otro. Respeto su forma de pensar, sus sentimientos. Ella no hace que me sienta avergonzado; no me molesta en absoluto. No me siento celoso cuando está con otras personas; no siento envidia de sus éxitos. Tal vez el amor sí existe, pero no es lo que todo el mundo piensa que es».
A duras penas pudo esperar a volver a casa para hablarle de su extraña idea. Tan pronto empezó a explicársela, ella le dijo: «Sé exactamente lo que me quieres decir. Hace tiempo que vengo pensando lo mismo, pero no quise compartirlo contigo porque sé que no crees en el amor. Quizás el amor sí que existe, pero no es lo que creíamos que era». Decidieron convertirse en amantes y vivir juntos, e increíblemente, las cosas no cambiaron entre ellos. Continuaron respetándose el uno al otro, apoyándose, y el amor siguió creciendo cada vez más. Eran tan felices que incluso las cosas más sencillas les provocaban un canto de amor en su corazón.


El amor que sentía él llenaba de tal modo su corazón que, una noche, le ocurrió un gran milagro. Estaba mirando las estrellas y descubrió, entre ellas, la más bella de todas; su amor era tan grande que la estrella empezó a descender del cielo, y al cabo de poco tiempo, la tuvo en sus manos. Después sucedió otro milagro, y entonces, su alma se fundió con aquella estrella. Se sintió tan inmensamente feliz que apenas fue capaz de esperar para correr hacia la mujer y depositarle la estrella en sus manos, como una prueba del amor que sentía por ella. Pero en el mismo momento en el que le puso la estrella en sus manos, ella sintió una duda: pensó que ese amor resultaba arrollador, y en ese instante, la estrella se le cayó de las manos y se rompió en un millón de pequeños fragmentos.

Ahora, un hombre viejo anda por el mundo jurando que no existe el amor, y una hermosa mujer mayor espera a un hombre en su hogar, derramando lágrimas por un paraíso que una vez tuvo en sus manos pero que, por un momento de duda, perdió. Esta es la historia del hombre que no creía en el amor.
¿Quién de los dos cometió el error? ¿Sabes qué es lo que no funcionó? El que cometió el error fue él al pensar que podía darle su felicidad a la mujer. La estrella era su felicidad y su error fue poner su felicidad en las manos de ella. La felicidad nunca proviene del exterior. Él era feliz por el amor que emanaba de su interior; ella era feliz por el amor que emanaba de sí misma. Pero, tan pronto como él la hizo responsable de su felicidad, ella rompió la estrella porque no podía responsabilizarse de la felicidad de él.

No importa cuánto amase la mujer al hombre, nunca hubiera podido hacerle feliz porque nunca hubiese podido saber qué es lo que él quería. Nunca hubiera podido conocer cuáles eran sus expectativas porque no podía conocer sus sueños.
Si tomas tu felicidad y la pones en manos de alguien, más tarde o más temprano, la romperá. Si le das tu felicidad a otra persona, siempre podrá llevársela con ella. Y como la felicidad sólo puede provenir de tu interior y es resultado de tu amor, sólo tú eres responsable de tu propia felicidad. Jamás podemos responsabilizar a otra persona de nuestra propia felicidad, aunque cuando acudimos a la iglesia para casarnos, lo primero que hacemos es intercambiar los anillos. Colocamos la estrella en manos de la otra persona con la esperanza de que nos haga felices y de que nosotros la haremos feliz a ella. No importa cuánto ames a alguien, nunca serás lo que esa persona quiere que seas.
Ese es el error que la mayoría de nosotros cometemos nada más empezar. Asentamos nuestra felicidad en nuestra pareja y no es así como funciona. Hacemos todas esas promesas que somos incapaces de cumplir, y entonces, nos preparamos para fallar.

“La maestría del amor”.
Dr. Miguel Ruiz.





He aprendido a agarrar esa estrella, la mía... mientras miro como tu agarras la tuya... y cada uno con su estrella nos damos la mano para andar juntos... compartiendo el camino...  ¿ves lo que hay en el horizonte? 


lunes, 14 de octubre de 2013

Ahora que me voy... te vas...

Hay días en los que es inevitable pensar en este trozo de vida que tienes, sobretodo cuando te tienes tienes que tumbar en una camilla y escuchar tu corazón a la espera de un diagnóstico que te diga que todo está bien, es en esos momentos como en tantos otros, como cuando ves que se te va alguien querido, cuando ves que finaliza algo que no querías que finalizara, o cuando tienes que tomar una decisión para cerrar un capitulo de tu vida. Quizás es cuando ves que alguna puerta se cierra y tu debes empezar de nuevo, o puede que sea una sensación interna de final. Puede que quizás tengas que ser tú quien dé ese paso de "finalizar" algo y eso te aterra.... Hay alguien que una vez me dijo que dentro de nuestra vida hay muchas muertes, muchos finales de ciclos internos, muchos cambios de ciclo que hacen que una parte de ti "muera" para dejar paso a una nueva. Quizás es por eso que últimamente veo tantas mariposas....

Estamos en un momento de transformación. El mundo, la energía, la sociedad... toda crisis es una transformación y esta crisis no es solo económica, así que vamos a despojarnos de lo viejo vamos a "perdonar" el pasado, vamos a despedirnos de aquello que "ya no es" como hizo Gabriel García Márquez, para gritar bien alto "aquello que va a ser", aquello que deseamos que SEA.



Si por un momento Dios se olvidará de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más. 
Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, una canción de Serrat sería la serenata.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el  encarnado beso de sus pétalos…



Dios mío si yo tuviera un trozo de vida… no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero que la quiero. Convencería a cada hombre o mujer de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.



Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy es última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que ésta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos momentos que te veo, diría TE QUIERO y no asumiría tontamente que ya lo sabes.



Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesites, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles lo siento, perdóname, por favor, gracias y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Universo la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuánto te importan.



No seamos marionetas.... a ser felices!


viernes, 20 de septiembre de 2013

No estás deprimido, estás distraído....



No estás deprimido, estás distraído, distraído de la vida que te puebla.

Distraído de la vida que te rodea: Delfines, bosques, mares, montañas, ríos. 




No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones.
Además, no es tan malo vivir solo. Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer, y gracias a la soledad me conozco; algo fundamental para vivir.


No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubistein interpretaba como nadie a Chopin a los 90. Sólo por citar dos casos conocidos.


No estás deprimido, estás distraído, por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni con un sólo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
Además la vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones. 



No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mis abuelas, mi prima, mis amigos.

Ya me lo decían mis abuelas, que creían que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja por que nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la fuerza natural de la vida. El Universo te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los demás. 




Además, la felicidad no es un derecho sino un deber porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, por poner dos extremos... 


No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas.


Ama hasta convertirte en lo amado, más aún hasta convertirte en el mismísimo amor. Y que no te confundan unos pocos homicidas de la vida, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruyan hay millones de caricias, que alimentan la vida.



Ya lo decía Facundo Cabral.... no estás deprimido.... estás distraído....





... de tú mirada....



domingo, 8 de septiembre de 2013

Si los puntos suspensivos hablasen...


Y un día entras por la puerta de casa, dejas las bolsas en el suelo y miras a tu alrededor y ves que ya nada es lo mismo.

Otra vez a desilusionarse. Otra vez a perder las ganar. Otra vez a olvidarse. Otra vez a volver a recuperar la ilusión. Otra vez a creer que la próxima vez será diferente. Otra vez a decirse que la próxima vez no hará lo mismo, que no va a volver a caer en lo mismo. Otra vez a llorar. Otra vez a buscar para emocionarse con algo distinto.



Como si de una iluminación se tratase había descubierto que su corazón era divisible por la mitad. Y luego por la mitad de la mitad. Y luego por la mitad de la mitad de la mitad y así infinitamente. Nadie le había advertido que cada vez que hacia eso sólo podía querer por esa mitad.... ¿pero qué mitad? la mitad de la mitad? o ¿la mitad de la mitad de la mitad....? si hacía eso los sentimientos que podía albergar en él cada vez eran más pequeños... y esa era la parte que nadie nunca le preguntó....no era un ¿me quieres? o un ¿te ilusiona esto? era un cuanto quería, o cuanta ilusión, cuantas mitades juntas....

Lo que no sabía es que siempre había alguien en el mundo por mucho que ahora no lo viera capaz de juntar todas esas mitades. El momento sucedería cuando menos lo esperara....

Si no puedes hacer grandes cosas haz pequeñas cosas grandiosas. Llegará. Todo llegará.